Es común que asociemos la procrastinación con un defecto de carácter. Pensamos que somos haraganes, que estamos desmotivados, que nos falta valor o que estamos evitando la responsabilidad. Y obviamente viene acompañado de sentimientos de frustración, decepción, irritabilidad, debilidad, irresponsabilidad, vergüenza, culpa...
La procrastinación genera un diálogo interno sobre nuestra autoestima y autoconfianza que nos hace sentir poco fiables o responsables. La autoconversación negativa suele grabarse en el cerebro a una edad muy temprana. Y por eso solemos ser más críticos con nosotros mismos de lo que seríamos con cualquier otra persona.
Cuando éramos niños y algo salía mal, en el fondo nos sentíamos responsables. Cada vez que te mandabas una macana, sentías que eras “malo”, no que lo que habías hecho era malo. ¿Acaso quien no se ha sentido mal por tirar la quesera al piso “sin querer”?
Y así comienzan los sentimientos de negatividad, las dudas sobre vos mismo, el miedo a hacer y a equivocarte, a no ser lo suficientemente bueno, a no querer asumir responsabilidades.
Cuando la procrastinación te impide enfocarte en las cosas que necesitan tu atención, aún habiendo fechas límite o sintiéndote entre la espada y pared, por mucho que te moleste esa inercia, es difícil simplemente "salir de ella". Es posible que empieces a sentir que hay un bloqueo mental o emocional, y generalmente lo hay. No es que seas débil.
Para el procrastinador, las “etiquetas” y las excusas son mucho menos estresantes que equivocarse, o sentirse juzgado por su falta de capacidad.
Sucede que en la mente hay grabadas creencias de que la responsabilidad, hacer las cosas bien y estar abierto a las críticas te llevarán a un dolor potencial, tal y como ha sucedido en experiencias pasadas. Y cuando esas creencias se disparan, también lo hacen las hormonas del estrés.
Y así, instintivamente, hacemos todo lo posible para evitar cualquier cosa que nos cause dolor y angustia. Porque la misión número 1 de la mente es la supervivencia.
Si nuestro cerebro evalúa la situación como una amenaza, se desencadena una respuesta emocional en nuestro cerebro, específicamente en la amígdala, y aumentan los niveles de adrenalina.
La amígdala demora 1/32 segundos en enviar una reacción emocional automática ante una situación. Sin embargo, la mente “pensante” tarda 3 largos segundos en activarse. Por ello, a menudo gana la amígdala, y tomamos tan fácilmente el camino de la procrastinación.
Nuestros cerebros primitivos siguen pensando y respondiendo por nosotros. Los momentos en los que nos sentimos abrumados con la idea de asumir una responsabilidad, pueden desencadenar una reacción de resistencia (luchar) o de huida (ignorar).
Cualquier tarea que pueda desencadenar una respuesta de lucha o huida será evitada instintivamente. Especialmente cuando la alternativa que nos aleja de lo que realmente tenemos que hacer genera dopamina, la hormona del placer que tanto nos atrae. Nuestro cerebro se vuelve adicto a las actividades que tienen una probabilidad real o percibida de producir dopamina, por lo que evitar las actividades displacenteras se vuelve aún más probable.
Pensamientos como “no soy confiable”, "no soy lo suficientemente bueno", "mejor no dependas de mí", "la responsabilidad me paraliza", "defraudo a todos", se convierten en historias que tu cerebro cree, y que se establecieron en la infancia y están enterradas en lo más profundo de tu subconsciente.
Puede que ya hayas probado meditando, respirando, visualizando, leyendo libros, con mindfulness, y aún sigas trabado. Esto se debe a que el cambio permanente sólo puede producirse realmente a nivel subconsciente. A menos que seas capaz de acceder a la vieja memoria y redefinirla a nivel subconsciente, el cambio sólo será superficial.
Por esto, es que la Terapia de Transformación Rápida (RTT) está generando tanto impacto y reconocimiento a nivel mundial. Es una técnica para detectar y reprogramar las creencias limitantes, almacenadas a nivel subconsciente, que nos llevan hoy a procrastinar.
Se trabaja sobre 2 ejes: liberar la carga emocional, y reprogramar la mente subconsciente empoderándola hacia el resultado deseado. Es tan rápida que en sólo 1 sesión, o en máximo 3, las personas logran trascender el tema de consulta.
De forma que cuando decidas terminar tu tesis o preparar esa gran presentación, ya no encuentres resistencias y puedas lograr tu objetivo.
Es como sentirte el chofer de tu vida, ya sin bloqueos que te estén reteniendo...
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